El género no es el sexo, sino el conjunto de significados y mandatos que la sociedad le atribuye al rol femenino y al masculino en un determinado momento histórico y social, indicándonos una supuesta forma ideal de ser hombre o mujer. De este manera, las funciones, actitudes, capacidades y limitaciones que se le asignan diferenciadamente a hombres y mujeres, de acuerdo a su rol de género, se establecen como atributos naturales de ambos sexos. Históricamente, el rol de género ha perjudicado a las mujeres. Ellas son más débiles, ellas son más sensibles, ellas son más dóciles, ellas deben ser amas de casas, y por supuesto, ellas siempre deben ser madres.
Con respecto a la estratificación de género, también somos nosotras las más vulnerables. Es decir, existe una distribución desigual de recursos socialmente valorados, de poder, de prestigio, de libertad personal, del trabajo, que los beneficia claramente a ellos. No casualmente, la mayoría de los millones de personas que viven con 1 dólar o menos al día son mujeres.
Estas disimetrías, también pueden visualizarse en otros ámbitos. Si no fuese así ¿Por qué la violencia conyugal se dirige primordialmente contra la mujer?, ¿Por qué los conceptos de abuso, o violación sexual nos remiten instantáneamente a pensar en la mujer como víctima antes de conocer el hecho en sí?
Hablar de género es hablar de desigualdad. Desigualdad que es resultado de una cultura patriarcal donde los varones asumen y desarrollan, de forma consciente o inconsciente, prácticas cotidianas de coacción y discriminación de las mujeres. Donde la supremacía masculina no sólo se halla institucionalizada, sino que se encuentra reafirmada en los pensamientos y creencias de la mayoría de los hombres, y, más triste aún, de las mujeres.
Por Florencia Dominguez
Con respecto a la estratificación de género, también somos nosotras las más vulnerables. Es decir, existe una distribución desigual de recursos socialmente valorados, de poder, de prestigio, de libertad personal, del trabajo, que los beneficia claramente a ellos. No casualmente, la mayoría de los millones de personas que viven con 1 dólar o menos al día son mujeres.
Estas disimetrías, también pueden visualizarse en otros ámbitos. Si no fuese así ¿Por qué la violencia conyugal se dirige primordialmente contra la mujer?, ¿Por qué los conceptos de abuso, o violación sexual nos remiten instantáneamente a pensar en la mujer como víctima antes de conocer el hecho en sí?
Hablar de género es hablar de desigualdad. Desigualdad que es resultado de una cultura patriarcal donde los varones asumen y desarrollan, de forma consciente o inconsciente, prácticas cotidianas de coacción y discriminación de las mujeres. Donde la supremacía masculina no sólo se halla institucionalizada, sino que se encuentra reafirmada en los pensamientos y creencias de la mayoría de los hombres, y, más triste aún, de las mujeres.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario