El móvil del crimen
Nuestra sociedad reserva cotos o nichos para la pasión, no es algo que se ejercite de manera regular ni generalizada. Parece no haber pasión en el arte, ni en la medicina, ni en la política, ni en ninguno de los oficios humanos. El estallido dominical provocado por el fútbol es pasión. Es uno de esos nichos en los que se desarrolla, se alimenta… se permite la pasión. Otro de los lugares asignados a la pasión es el crimen cometido contra mujeres. “Es un crimen pasional” parece ser el salvoconducto que explica cualquier atrocidad. Al gay que lo ahorca un amante herido y a la esposa o amante que el marido mata a cuchilladas le tocó sufrir esa pasión.
El año pasado fueron 207 los casos de femicidio que se registran en el país. En los últimos días hubo en Santa Fe por lo menos cuatro mujeres muertas en episodios comúnmente llamados “crímenes pasionales”. “El llamarlos crímenes pasionales es una aberración: son lisa y llanamente asesinatos de género”, sostiene la presidenta de la Comisión de la Mujer de la Asociación de Abogados de Buenos Aires, la doctora Nina Burgo Marcó. Estos casos policiales constituyen un serio problema social al que deberíamos llamar por su nombre: femicidio, o sea asesinatos de mujeres por el hecho de ser mujeres. En el año 2001 la ONU definió al femicidio como “el asesinato de mujeres como resultado extremo de la violencia de género, que ocurre tanto en el ámbito privado como público; comprende aquellas muertes de mujeres a manos de sus parejas, ex parejas o familiares, asesinada por acosadores, agresores sexuales y/o violadores, así como de aquellas que trataron de evitar la muerte de otra mujer y quedaron atrapadas en la acción femicida.” La abogada Susana Cisneros afirma que “el recurso de la violencia por parte de los hombres es instrumental y no constituye una pérdida de control sino más bien una toma de control”.
En el caso de la docente de San Jorge, asesinada por una persona que ella levantó mientras hacía dedo en la ruta, se encuadra como femicidio. Pensar, mencionar, comentar si la víctima conocía al agresor, si tenía una relación previa con él, es entrar en la lógica justificatoria, es poner en duda cuán víctima es la víctima.
La situación se complica por la irregularidad de la situación laboral de la docente, residente en San Jorge pero que trabajaba como directora en Cañada Rosquín, a 45 km. En mayo del 2003 la que hacía dedo era la maestra: Daniela Spárvoli trabajaba en Villa Eloísa y vivía en Cañada de Gómez. Por qué la mataron? Aunque hay un detenido por ese crimen, la respuesta no llega: No hay respuesta.
Cuál es la conducta de riesgo en estos casos? Levantar a quien hace dedo en la ruta? Hacer dedo? Acaso entonces las mujeres no debieran salir de su casa, ya que el peligro femicida acecha en cualquier lado; o simplemente no vivir en su propia casa, ya que algunas son asesinadas por sus maridos. Hablar de conductas de riesgo también es entrar en la lógica justificatoria. Conducta de riesgo: ser mujer.
La desprotección legal es la otra pata de este cuadro de situación. Este año, el Congreso Nacional aprobó una nueva ley de violencia de género que contempla la violencia física, psicológica, económica e incluso la violencia obstétrica y la mediática, pero aun no fue reglamentada. No hay implementació
En este cuadro de desprotección legal, la creación de cargos y la nueva reglamentació
Debemos movilizarnos aunque hayan encontrado al asesino, y reclamar
las leyes que nos deben.
Hoy, todas somos Alejandra.
BEATRIZ ARGIROFFO, delegada de las escuelas 430 y 448 y VESELKA MEDICH, delegada de la escuela 1240.Ambas maestras pertenecen al [colectivodocente_maiz]